Kuarahy y Jasy

La historia de los cachorros de aguará guazú que los encontraron sin su mamá y buscan regresar a la vida silvestre

Kuarahy y Jasy, rescatados solos en los Esteros del Iberá, reciben atención veterinaria especializada y aislamiento humano en el Centro de Recuperación de Especies de la Fundación Temaikèn.

Kuarahy y Jasy, dos cachorros de aguará guazú (Chrysocyon brachyurus), protagonizan una historia de esperanza que refleja el esfuerzo colectivo por conservar una de las especies más emblemáticas del nordeste argentino. Fueron encontrados sin su madre cuando tenían apenas 45 días y lograron ser rescatadosen los Esteros del Iberá y, tras una primera etapa de atención en Corrientes, comenzaron un proceso de rehabilitación en el Centro de Recuperación de Especies Temaikèn (CRET), en Escobar, Buenos Aires.

El objetivo es devolverlos a la naturaleza con todas las habilidades necesarias para sobrevivir en libertad. Pero el camino es complejo y requiere cuidados específicos. En el CRET, los cachorros son mantenidos bajo un estricto protocolo que evita el contacto humano, favoreciendo el desarrollo de comportamientos silvestres y la preservación de su instinto natural.

Al ingresar, se les realizaron análisis clínicos, ecografías, radiografías, colocación de microchips y registro biométrico. Desde entonces, todo su entorno está diseñado para imitar la vida en libertad: buscan refugio natural, juegan entre sí y mantienen un rechazo instintivo a la presencia humana. Cada avance es monitoreado a través de cámaras trampa, sin interferencia directa del equipo técnico.

"El objetivo es que puedan desarrollar todas las habilidades naturales necesarias para sobrevivir en la naturaleza. Es fundamental que crezcan sanos y sin contacto humano directo", explicó Guillermo Delfino, coordinador del Programa de Especies Amenazadas de Fundación Temaikèn.

Según el seguimiento realizado, Jasy se muestra más inquieta y activa, mientras que Kuarahy mantiene un temperamento más calmo, influenciado por el juego y la energía de su compañera. Estas interacciones fortalecen las conductas necesarias para su futura independencia.

Cuando alcancen la madurez suficiente, ambos serán equipados con collares satelitales con tecnología GPS, que permitirán monitorear sus movimientos y adaptación en tiempo real. Esta herramienta científica, probada en reintroducciones anteriores, ayuda a detectar amenazas como atropellamientos, fragmentación del hábitat o dificultades de reinserción, y aporta información valiosa para la conservación de la especie.

"La conservación solo es posible trabajando en red. Cada institución aporta su experiencia en diferentes etapas del proceso, y es esa articulación la que nos permite darle a estos animales la mejor oportunidad de volver a la naturaleza", destacó Delfino.

MÁS SOBRE EL AGUARÁ GUAZÚ

El aguará guazú es el cánido más grande de Sudamérica: puede superar los 90 centímetros de altura en cruz y se reconoce por su pelaje rojizo y sus largas patas. Su nombre en guaraní significa "zorro grande", aunque también es conocido como lobo de crin.

En Argentina habita los humedales y pastizales de Corrientes, Formosa, Chaco, Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero, Misiones y el norte de Entre Ríos. Es una especie omnívora, que caza pequeños vertebrados, consume frutos silvestres y actúa como un importante dispersor de semillas, contribuyendo al equilibrio ecológico de los ambientes donde vive.

Sin embargo, enfrenta múltiples amenazas: la pérdida y fragmentación del hábitat, los atropellamientos, la caza ilegal, el mascotismo y las enfermedades transmitidas por perros domésticos. Está catalogado como Vulnerable en Argentina y Casi Amenazado a nivel global por la UICN. Se estima que sus poblaciones han disminuido más de un 30% en las últimas tres generaciones debido al avance de la frontera agrícola y la presión humana sobre su entorno.